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martes, 9 de junio de 2015

Bilbao

Nunca había estado antes en Bilbao salvo para alguna gestión en visita rápida, así que aproveché un par de días libres para visitarla.
Me ha sorprendido gratamente, pues tenía una idea de una ciudad triste y abigarrada, seguramente por su carácter industrial.
He disfrutado recorriendo el casco viejo, sus estrechas y bien cuidadas calles, sus bares de tapas (solo por ésto merece la pena el viaje), su ría y edificios emblemáticos, entre los que destaca por supuesto el Museo Guggenheim.





El punto de color en esta ciudad gris lo pone el perrito Puppy, que fue creado para la inauguración del museo y gustó tanto que ha quedado como un elemento permanente. Impresiona ver semejante estructura cubierta de un mosaico de flores multicolor perfectamente cuidado. Genial.


Otra maravilla para disfrutar es el Puente de Calatrava sobre la ría y los edificios de su entorno. 











Y callejeando por su casco antiguo podemos disfrutar de curiosas construcciones como ésta fuente en la calle del Perro, hoy en desuso pero que en su día fue uno de los puntos de abastecimiento de agua potable de la capital. 


 Y sin duda uno de los edificios que más llamó mi atención fue la estación de Abando, con sus impresionantes vidrieras y andenes, en el mismo centro de Bilbao.



Una visita que sin duda merece la pena repetir.

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