Esta es la historia de una de esas ideas fotográficas que a veces nos rondan por la cabeza y que no nos abandonan hasta que llegamos a materializarlas.
Durante algún tiempo sentía la
necesidad de realizar alguna fotografía de carácter simbólico con las zarzas
como protagonistas. Había visto algunas imágenes de otros fotógrafos que me
cautivaban y que despertaron mi interés, así que comencé a hacer algunas
pruebas centrando la atención en el carácter espinoso de la planta.
Esta fase no suponía ningún
problema logístico, ya que son plantas que abundan en cualquier parte de
nuestro entorno. Probé primero con el color y el balance de blancos, pero
rápidamente me di cuenta de que el blanco y negro ofrecería resultados más
adecuados a mi propósito, así que me decidí por trabajar sobre un fondo blanco
y una clave alta para dotar a la imagen a la vez de un estilo minimalista.
Sin embargo, los primeros resultados
no eran de mi agrado. La inclusión de hojas en el encuadre aportaba demasiados
elementos que distraían la atención sobre el carácter espinoso de la planta,
que debía ser el verdadero protagonista. Por otro lado, los distintos tonos de
las ramas todavía verdes producían sombras muy oscuras en la clave bitonal. Así
que comencé a experimentar con ramas secas que ofrecían mejores resultados. De
este modo llegué a la primera toma satisfactoria.
La imagen me sugería varias ideas: privación de libertad, peligro, prohibido el paso, autodefensa, etc., pero la que más me atrapaba era la de una barrera, una barrera natural. Fue entonces cuando comencé a pensar en este carácter simbólico, desarrollando la idea de los obstáculos que continuamente debemos sortear y superar a lo largo de nuestra existencia: unos, como la zarza, son naturales y nos los impone la propia vida (enfermedades, accidentes, etc.), mientras que otros son artificiales y nos los creamos nosotros mismos (trabajo, hipotecas, etc.), de modo que ambos coexisten simultáneamente. Pero para plasmar esto era preciso añadir algún elemento que representara estos últimos sin que se alterara ni la composición ni el carácter minimalista.
Un alambre de espino pensé que
sería una buena opción, así que, tras conseguir algunos trozos en un cercado
abandonado, los dispuse alternándolos con algunas ramas de zarza frente a un
fondo blanco y realicé varias tomas hasta llegar al resultado final que aquí se
muestra, que además incluye la figura del símil, en la que se muestran dos
elementos distintos con significado parecido.
Además de sobre el mensaje que contiene la propia fotografía, el artículo pretende hacer reflexionar sobre el hecho de que muchas de las imágenes que vemos de otros autores tienen a veces detrás todo un proceso creativo que está muy lejos del simple hecho de apretar un botón. La maduración de una idea, la formación, la experimentación, el conocimiento de los distintos estilos artísticos, de los recursos narrativos y otros factores son los que a la postre permitirán dotar a algunas imágenes de un significado y una intención difícilmente alcanzables mediante el simple sistema de ensayo y error.
Unas veces se consigue y otras no.
A unos les dirá algo y a otros nada. A unos les gustará y a otros les parecerá
una foto más. Pero ello no debe ser óbice para dejar de seguir intentándolo por
este camino. Si a nosotros como autores nos satisface, el objetivo está
cumplido. La contemplación de la imagen tiempo después nos volverá a traer a la
mente su historia y significado, sin duda, algo muy enriquecedor y
gratificante. O eso creo yo.